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Julieta Mariel Messer Contacto: julieta.messer@hotmail.com

Hijo del campo

Por Jesica Guarrina.

Un verdadero drama rural. En cuanto a los referentes campestres, no faltan las menciones a las bombachas de campo, las fajas y las chaquetas de pluma. Tampoco faltan las descripciones detalladas del trabajo del esquilado de ovejas, del guardado de animales en el corral, de la limpieza de las herramientas utilizadas, la identificación del ganado ovino. Es así, que la historia transcurre en un alejado pueblo de la Patagonia, entre estepas semidesiertas y penas atrincheradas en el fondo del corazón. El protagonista nos relata su cotidianeidad: como hijo del patrón, conoce exactamente todos los procedimientos necesarios para la buena realización de la labor. Conoce también, las reglas sociales de la pequeña ciudad, los preceptos adecuados de moralidad, las conductas permitidas y las “desviadas”. Sus “inclinaciones” y “modales” serán delatados y allí mismo, casi instantáneamente, se desatará la tragedia.

Combinación acertada entre pequeños monólogos del peón, hijo del patrón de la hacienda (Martín Marcou), y canciones espléndidamente ejecutadas por parte de su acompañante, la gaucha con guitarra (Carolina Curci); la trama de la obra se desenvuelve entre pesares, puntos álgidos y bálsamos provenientes de la dulce voz de Carolina. Sentí el dolor vívido del personaje y sentí además, el suave remedio de la música. Guitarra sola o canto vibrante, la música terminó por otorgarle a la pieza esa unidad narrativa que tanto se busca en los espectáculos unipersonales. Curci logró no solo aparecer y marcar presencia escénica, sino proveer al drama de levedad y ritmo. Su bellísima voz, cálida e intensa a la vez, nos brinda la posibilidad de sostener prolongadamente la tensión dramática. Sencillamente, llegué a sentir el estremecimiento en el cuerpo.

Varios teóricos del teatro hablan del actor y de su corporeidad. Según De Marinis [1], la acción física se define como el “conjunto de técnicas y leyes de presencia corporal” en la escena. Refiere a la acción física como acción verdadera y real, es decir, orgánica, tanto desde una coherencia interior como de una coherencia exterior. En otras palabras, la presencia integral del actor asegura que la acción escénica sea real, creíble, portadora de sensibilidad. Y es esta dialéctica fundamental entre precisión y espontaneidad la que constituye el acto creativo en el teatro. En Hijo del Campo claramente podemos apreciar este desempeño actoral: sin duda alguna, lo mejor de esta puesta se afinca en la labor corporal-sensible de Marcou y el trabajo vocal de Curci. En cuanto al público, lejos de constituirse como espectador meramente pasivo, ha logrado la compenetración emocional procurada desde dicha acción física y desde el texto dramático. El clima penetrante conseguido –mezcla de honda amargura, hastío y hostilidad-también lo ha generado el público atento. Todo el espacio teatral fluyó, percibió y sintió la historia en carne propia.

 [1] DE MARINIS, Marco; En busca del actor y del espectador. Comprender el teatro II; Galerna; Buenos aires; 2005.

 

Espacio Tole Tole Teatro, Pasteur 683, CABA. 

Sábado 20.30hs

Entrada General: $ 100.-

Reservas: 3972 4042 – espaciotoletole@gmail.com o en Alternativa Teatral

 

Ficha Técnica:

Elenco: Martín Marcou y Carolina Curci

Versiones temas musicales: Carolina Curci

Fotografía: Leandro Martínez

Diseño gráfico: Vanina Moreno

Video: Gonzalo Pérez

Producción ejecutiva: Espacio Tole Tole Teatro

Asistencia general: Esteban Fort Caneda

Dramaturgia: Martín Marcou

Dirección: Leandro Martínez y Martín Marcou

Prensa: Marcos Mutuverría – Duche&Zarate

 

 

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Esta entrada fue publicada el 21 marzo, 2017 por en teatro.